Recorrido Bares Notables Palermo, Villa Crespo, Chacarita, Paternal

Hay bares en la ciudad de Buenos Aires que fueron el punto de encuentro de grandes músicos, el espacio de debate de importantes escritores o lugares de tertulia de actores y políticos.

Muchos de ellos, por antigüedad, arquitectura o relevancia local, son considerados «notables» y forman parte oficial del patrimonio cultural de la ciudad.

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 Café Cortázar 

José A. Cabrera 3797, Palermo.

Un café literario emplazado en la esquina de Cabrera y Medrano.

“Si Julio Cortazar viviera en este siglo, podrías encontrarlo tomando un café acá”.  Este reducto “cortazariano”, inspirado bajo esta idea, se despliega en dos pisos de una vieja casona de 1889.

La inauguración tuvo lugar en el 2015, con una muestra de un joven fotógrafo que vivió dos años en la casa de la calle Artigas, en el barrio Rawson, donde el escritor pasó su juventud junto a su madre y su hermana. La exposición mostró los interiores de la casa, del edificio y del barrio. Las paredes del café están adornadas con dibujos, fotos, caricaturas, y un menú que lo referencia: desayuno Flanel, como se llamaba uno de sus gatos, Rayuela y Florencio, como su segundo nombre. También están las picadas Deshoras, Bestiario, Octaedro, entre otras. 

Varela Varelita

Av. Raúl Scalabrini Ortíz 2102, Palermo.

A diferencia de los que muchos creen, el nombre del bar no se debe a la famosa orquesta de jazz sino que se refiere a uno de los cinco de sus primeros dueños: el gallego Manuel Varela y su hijo, apodado “Varelita”. 

Se ubica en el mítico barrio de Palermo, a pocas cuadras de la casa natal del escritor Jorge Luis Borges, quien vivió allí hasta sus quince años. Durante las primeras décadas del siglo pasado, este sitio era conocido como Grandes Despensas Argentinas (GDA), un almacén con despacho de bebidas, como tantos otros de la época. A partir de la década de 1950 comienzan a aparecer los primeros registros como bar. 

Montecarlo

Paraguay 5491, Palermo.

El bar favorito del Che Guevara.

En la esquina de Ravignani y Paraguay está el Montecarlo desde 1922. La razón de su nombre aún permanece en el misterio, pero lo que sí asegura la leyenda es que Ernesto Guevara, el Che, visitaba el lugar ya que la familia Lynch vivía a pocas cuadras. Posiblemente allí planeó su viaje en moto por América Latina.

Se cuenta también que hasta 1940 los petiseros (encargados de los caballos) ataban sus animales en la puerta luego de entrenarlos en el hipódromo que está a pocas cuadras. 

Las baldosas en damero siguen, como en sus inicios, dando la bienvenida al Montecarlo. Poetas, escritores, periodistas, pintores y actores se han dado cita en el bar. Terminan de completar el acogedor ambiente sus mesas de madera, sus cómodas sillas tapizadas y sus puertas de hierro originales. El bar ofrece una interesante carta de la mano de su dueña, la prestigiosa chef, Paula Comparatore. 

Café San Bernardo

Av. Corrientes 5436, Villa Crespo.

Pool y ping pong en el corazón de Villa Crespo que vio debutar al joven Osvaldo Pugliese. 

El “Sanber”, como se lo conoce entre los habitués, nació a principios del siglo XX y le debe su nombre a la Parroquia San Bernardo, ubicada en Gurruchaga 171 y conocida como la iglesia del “Cristo de las Manos Rotas”. 

Fundado en 1912, se encuentra en un local de 800 metros cuadrados con monumentales columnas de época y una escalera caracol de chapa negra que conduce al depósito en el entrepiso y en el que antiguamente funcionó una peluquería. En sus comienzos el bar era solo concurrido por hombres que se reunían a escuchar tangos, siendo la única mujer, una vitrolera que pasaba discos de pasta en el altillo. 

Bar Palacio (Museo Fotográfico Simik) 

Av. Federico Lacroze 3901, Chacarita.

El único museo dentro de un bar.

El Bar Palacio, ubicado en Av. Federico Lacroze y Fraga, es propiedad de Alejandro Simik, un apasionado fotógrafo y coleccionista que, desde 1995, recopila materiales y objetos relacionados con este arte. Su nombre rinde homenaje a su anterior propietario, Valeriano Sierra, un inmigrante asturiano que había nacido en la ciudad de Palacio. 

Simik era bombero y trabajó en el sector de pericias junto a un fotógrafo que registraba los hechos; es allí donde se interesó por la fotografía y comenzó a estudiar y a comprar cámaras antiguas. En el año 2001, para incrementar sus ingresos, compró el Bar Palacio y decidió unir el trabajo con su pasión. Así nació el Museo Fotográfico Simik que hoy cuenta con una sucursal en San Telmo.